El corcho se considera uno de los productos forestales de mayor relevancia cuyas actividades económicas están claramente incluidas en la Bioeconomía. Se trata de una materia prima natural, renovable y sostenible con un impacto ambiental bajo y con propiedades únicas que la hacen idónea para distintas aplicaciones entre las que destaca el tapamiento de vinos. El aprovechamiento del corcho contribuye a la conservación de los alcornocales, un ecosistema mediterráneo con elevada biodiversidad que cumple una función ecológica fundamental como protector contra el avance de la desertificación y la erosión, y como sumidero de carbono. Pero además, contribuye de forma significativa al desarrollo rural de las zonas donde se sitúan los alcornocales. España ocupa el segundo puesto en el mundo tanto en superficie de alcornocal (27%) como en producción de corcho (31%).
La calidad del corcho es una de las cuestiones más relevantes para el sector corchero ya que determina su aplicación industrial y por tanto su valor. Las principales variables que se evalúan a la hora de clasificar el corcho según su calidad son el grosor o calibre de la plancha de corcho y el aspecto. El principal indicador del aspecto del corcho, y en consecuencia de la calidad, es la porosidad.